1 de noviembre de 2007

Las Ciudades Invisibles, por Ítalo Calvino (texto enviado por Alejandra Lategui)

-Queda una ciudad de la que no hablas jamás,- dijo Kublai Kan.
Marco Polo inclinó la cabeza.
-Venecia-dijo el Kan.
Marco sonrió. -Y de qué otra cosa crees que te hablaba?
El emperador no pestañeó. Sin embargo, no te he oído nunca pronunciar su nombre-.
Y Polo: -Cada vez que describo una ciudad digo algo de Venecia.
-Cuando te pregunto por otras ciudades, quiero oírte hablar de ellas. Y de Venecia cuando te pregunto por Venecia.
- Para distinguir unas cualidades de las otras, debo partir de una ciudad que permanece implícita. Para mí es Venecia.
-Deberías entonces empezar cada relato de tus viajes por la partida, describiendo a Venecia como es, toda entera, sin omitir nada de lo que recuerdes de ella.

El agua del lago estaba apenas encrespada; el reflejo de cobre del antiguo palacio de los Sung se desmenuzaba en reverberaciones centelleantes como hojas que flotan.

-Las imágenes de la memoria, una vez fijadas por las palabras, se borran-dijo Polo.-Quizá a Venecia tengo miedo de perderla toda de una vez, si hablo de ella. O quizá hablando de otras ciudades la he perdido ya poco a poco.

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