23 de diciembre de 2007

Morfina para el alma por Santiago asorey


Vengo de la casa de él. Tengo miedo de que se enferme o se vuelva loco. Anoche leí que Syd Barret se volvió loco por la muerte de su papa. Mi dureza se mantiene intacta. No llore. Lo abrace todo lo que pude. Como si cada caricia pudiese alejarlo de la cama de su papa enfermo. No alcanza. Cree que me esta perdiendo. En realidad me dijo que cree que se esta perdiendo a el mismo. En un momento le pregunte en que pensaba. En como las enfermeras desvisten a las personas postradas en una cama. Le dije que tal vez no era casualidad que nos conociéramos justo en esta época. Tal vez no lo hubiese soportado solo y por eso estamos juntos. Después me fui por que se hacia muy tarde. Oscurece demasiado rápido estos días. Se que le fue a poner morfina a su papa. Nunca me mostró como lo hace. Ojalá existiese morfina para el alma. Cuando me volvía para casa, en la esquina tres policías miraban por el agujero de una alcantarilla destapada. Escuche que uno le preguntaba al otro. ¿Qué paso? Encontraron alguien abajo. No pare y seguí caminando.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

tiene algo de real no? ... no hay morfina para el alma, solo amor,y yo te amo inmersa en este dolor.

Anónimo dijo...

Ay, me hiciste mierda