11 de enero de 2008

Consejos literarios para poner en practica, por Liliana Heker

Las ganas de escribir vienen escribiendo. Es inútil esperar el instante perfecto, aquel en que todos los problemas del mundo exterior han desparecido y solo existe el deseo compulsivo de sentarse y escribir: ese instante de perfección es altamente improbable. En general, uno se sienta a escribir venciendo cierta resistencia (salir del estado de ocio no es natural), uno oficia ciertos ritos dilatorios, uno, por fin, con cierta cautela, escribe. Y en algún momento descubre que esta sumergido hasta los pelos, que los problemas del mundo exterior han desaparecido, y que no existe otra cosa que el deseo compulsivo de escribir.

En literatura no existen sinónimos ni equivalencias: no es lo mismo un rostro que una cara, o una jeta; “dijo que estaba harto” no equivale a “-estoy harto-, dijo”. Decidir cual música, que textura, cuanta carga de afecto o de violencia debe guardar una palabra o una frase, dar con una sintaxis; ir tanteando –ir sosteniendo- el ritmo interno de un relato; eso y no otra cosa es el oficio de escribir.

La primera versión de un texto es solo un mal necesario. Suele estar tan lejos de aquello completo e intenso que uno difusamente ha concebido; que ir construyéndola provoca cierta inquietud. Lo bueno es lo que viene después: trabajar sobre ese primer borrador, y los que siguen, hasta ir acercándose lentamente a eso que se busca. Cuando uno descubre que ése es, de verdad, el acto creador, que corregir no es otra cosa que ir encontrando el Moisés dentro del bloque de mármol, cuando uno se desentiende del tiempo que lleva ese acercamiento y solo le importa hasta que punto el texto va aproximándose a la forma que le corresponde., entonces ya no necesita que otros le confirmen que es escritor. No le hace falta que le digan que el texto literario es un hecho artístico.

La espontaneidad no es un valor en literatura. Aferrarse a una frase o a una palabra simplemente porque ha salido así del alma es por lo menos un riesgo: el alma, a veces, dicta obviedades. En Filosofía de la composición, Poe cuenta que, durante la escritura de su poema El cuervo, decidió que necesitaba un animal parlante para que repitiera un leitmotiv al final de cada estrofa. Y, naturalmente, el primer animal que se le cruzó fue el loro. A veces conviene sacrificar al loro.

La inspiración no existe, en eso es como las brujas. Entonces, cuando las palabras parecen cantarle a uno en la oreja, y siente que todo lo que está escribiendo tiene la música justa, el ritmo exacto, la tensión precisa que debe tener, uno puede llamar a ese estado de privilegio como más le guste, pero lo mejor es que suelte el freno y deje rodar la locura. Es hermoso, solo que no hay que creer que es el único estado en que se hace literatura. Porque se corre el riesgo de no escribir más que una pagina en la vida.

Hay que nutrirse de los credo y hay que aprender a dudar de ellos. No existen reglas universales para el oficio de escribir. Es uno mismo que, a la larga, con verdades y mentiras propias y ajenas, va estableciendo sus propios ritos, va permitiéndose sus propias manías, va construyendo su propio credo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno el texto, Dani. Lo estoy releyendo y releyendo. Gracias.
Juan

Anónimo dijo...

las afirmaciones del texto de liliana heker (la primera versión de un texto es solo un mal necesario;la espontaneidad no es un valor en literatura; etc...)son absolutamente válidas.
para liliana heker.
escribir puede ser un oficio para un periodista.
para un escritor debe (tiene que) ser otra cosa.

Anónimo dijo...

descubrir que el arte tambien se hace con trabajo, no? y la inspiración tiene que encontrarte trabajando (Picasso...)

Anónimo dijo...

Es extraña esta repeticion. Tanbien es bienvenida. Me llama la atencion el comentario de anonimo que dice que "escribir puede ser un oficio para un periodista. Para un escritor tiene (debe)ser otra cosa·. Gracias por tus verdades. Gracias por saber lo que debe de ser escribir para todos los escritores del mundo que existen y que han existido. Gracias por saber tanto de la humanidad. Gracias por tu sabiduria para interpretar la literatura y a sus creadores. Gracias por definir los limites de lo que deberia ser un oficio y relegarlo a los periodistas, esos que segun Wilde (o era Shaw) se dedican a ecribir detras de las publicidades de los diarios. Gracias por todo eso. Lo que me pregunto frente a tan magnifico ejemplo de sabiduria es porque no estaras escribiendo libros reveladores respecto de lo que te motras tan contundente. Creo que deberias hacerlo. Incluso podrias escribirte un par de textos mejores que los de Heker. Y tanbien creo que deberias irte un poco a la reputisima madre que te pario. Solo por idiota y no por tu madre. Me encantan las putas. Mi abuela paterna lo era. Lo que no me gustan son los pelotudos, los talibanes de la Inteligentzia. esos me los paso por el forro. Cuando en lugar de inventar n filtro para spam se invente uno para boludos la red quedara casi desierta. Daniel el adiestrador.

claudio bonavena dijo...



SOY CLAUDIO MARCELO BONAVENA DEFEQUEN EN MI CARA,ME LO TRAGO TODO,TAMBIEN ROBO PINBALLS