Los hongos nacen en silencio, algunos nacen en silencio. Otros con un breve alarido, un leve trueno. Unos son blanco otros rosados, ese es gris y parece una paloma. La estatua una paloma. Otros son dorados o morados. Cada uno trae, y eso es lo terrible, la inicial del muerto de donde que procede. Yo no me atrevo a devorarlos. Esa carne levísima es pariente nuestra. Pero aparece en la tarde el comprador de hongos y empieza la siega. Mi madre da permiso. Él elige como un águila ese blanco como el azúcar, uno rosado, uno gris. Mamá no se da cuenta de que vende a su raza.
31 de octubre de 2007
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